La crisis causó 2 nuevas crisis

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Por Erdosain

  1. Hay una condición histórica que caracteriza al peronismo (no asi tan fácilmente extensible a otros partidos del espectro político argentino): la incapacidad de asumir el costo político frente a los errores.
  2. «Solo el peronismo resuelve las crisis en este país y no hay otro partido que pueda hacerlo» es un mantra que se repite de arriba a abajo y de izquierda a derecha. La idea del peronismo gobernante como responsable de sacar al país de las diversas caídas que supo sufrir a lo largo de su historia es un mito fantástico que con el tiempo se terminó convirtiendo en una profecía autocumplida.
  3. El problema es que esa profecía es portadora de mas cantidad de mito que de dato fáctico e historia. Como si el mismo mito alimentara a la ausencia de búsqueda de datos, los votantes de alejan de los diarios, de google o de cualquier cosa que pueda proveer detalles al respecto. Como si produjera una suspensión en el aparato de memoria, se olvidan los contextos previos a las crisis, a los estallidos. Y se mitifica la resurrección.
  4. El radicalismo, el conservadurismo, incluso los golpistas militares enfrentaron crisis (generadas por propios y por ajenos) y el resultado fue el altísimo costo político: o el olvido y marginación dentro del sistema de partidos (conservadurismo), o la incapacidad de volver a convertirse en una alternativa de poder en soledad debido a los errores garrafales (radicalismo) o el salto hacia un paradigma democrático, con una imposibilidad cada vez mas manifiesta de retorno, afortunadamente (militares).
  5. Pero el peronismo siempre supo huir ante las crisis. Ante las propias o ante las generadas por terceros. Casi nunca tuvo que enfrentar los problemas construidos por terceros o por si mismos. Y cuando lo tuvo que hacer (1989, 2002), las condiciones fueron o bien de una enorme debilidad del resto del sistema de partidos, o bien tras haber participado del empujón para la salida del gobierno al que suplantaron o bien bajo condiciones macroeconómicas tendientes a regularse hacia una mejora.
  6. Sea como fuere, el peronismo supo generar, a lo largo de su historia, un sistema preciso de elisiones a la hora de enfrentar las crisis. Por eso también ha sido históricamente recordado por gobernar en períodos de mayor o menor estabilidad (generada por medios propios como por administraciones de otros partidos).
  7. El mito de la Pax Peronista no se quebró ni siquiera con Menem y sus números de desocupación y destrucción productiva récord entre 1994 y 1999 (al que el peronismo designaba como justicialista o menemista, para no confundir los tantos) ni con Duhalde (responsable de una pesificación asimétrica atroz y con política de shock en el funesto 2002, que empeoró tanto los números de 2001 que logró un rebote competitivo sin precedentes hacia inicios de 2003…y de ahí la inercia correspondiente)
  8. Se dirá que si un gobierno pierde asume el costo político. A ciencia cierta puede afirmarse que esa frase es correcta. Pero por otra parte no: alguien puede perder el gobierno pero no el poder. Y si algo supo hacer el peronismo históricamente cuando perdió el gobierno es no perder el poder (disperso en la cultura del aguante al partido, disperso en los sindicatos, disperso en los medios amigos, pero también disperso en el aparato de justicia, en el aparato burocrático del estado y en otros espacios menos orgánicos, como algunos colectivos políticos de distinta índole).
  9. Si perder el gobierno no es perder el poder, la pregunta que deberíamos haber nos hecho siempre estuvo en otro lado: no solo pensar en cómo se sanea el aparato político gracias a la renovación de sus dirigentes, la demanda de transparencia administrativa y electoral, la alternancia en el gobierno, la pluralidad representativa en los distintos poderes, sino, esencialmente, cómo recuperamos como valor el costo político como factor de regulación de poder.
  10. Es posible que, luego de heber perdido varias elecciones al hilo (2013, 2015, 2017) el peronismo haya pensado que otra vez le tocaba gobernar con el caballo ganador ya que la administración de 2015-2019 había asumido los costos políticos de todos los errores (los propios y ajenos, con una incapacidad de comunicación notable). Y lo hizo con una concertación panperonista, desesperada por el retorno al poder y la detención de las causas judiciales.
  11. La curiosidad histórica del presente está en que es el mismo costo político (el concepto no solo alude a asumir errores de gestiones de problemas generados por propios y ajenos, sino también asumir que no se gobierna para que siempre se vea en el presente lo que se ha hecho bien, sino que se gobierna para no verlo, es decir, para las generaciones posteriores) permitió que el peronismo que retorna al poder lo haga sin ingresar en un marco de debilidad institucional previa ni de crisis terminal previa. Pero tampoco llega con nada resuelto, sino, apenas, con la intermediación de una adminustración previa que mantuvo la olla a presión que venía haciendo ruidos desde 2011.
  12. Llevamos 9 años de recesión, con la excepción de algunos trimestres de 2016 y 2017. Y hoy la bomba que está por explotar es la suma de la incapacidad de la administración previa (2015-2019), pero fundamentalmente de todos los errores llevados adelante desde 2007 para acá. Es decir: de 13 años, 9 fueron precisos para pergeñar una bomba realizada por los propios (deficit fiscal severo, atraso cambiario, inflación, cepo cambiario, nulo acceso al crédito) y cuatro fueron pergeñados por una bomba ajena (endeudamiento exterior para pagar en 2/3 la bomba previa y en 1/3 la bomba propia generada en 2016 y 2017).
  13. A la bomba-tormenta perfecta que el peronismo ha generado (como no se veía desde 1975 ni 1989 ni 2001), se le suma una bomba sanitaria sin precedentes, que por contraste con las experiencias de otros países que trabajaron correctamente, se revela también mal administrada (tardío cierre de fronteras, ausencia de control en las migraciones de riesgo, bajísimo testeo, pobre campaña educacional, ausencia de plan de protocolización de la vida cotidiana para evitar el contagio, carencia de un plan económico antes, durante y pos pandemia).
  14. Por primera vez en mucho tiempo el peronismo no trendrá otra opción que pagar el costo político de sus errores (económicos y sanitarios). Excepto que los factores de poder (partidario, sindical, mediático, judicial, burocrático del estado, cultural-social) estén ahí para evitarlo. Y nosotros no hagamos nada al respecto.
  15. En 2021 la economía habrá de caer cerca de un 15-20% (el doble que en 2001), la pobreza ascenderá a mas del 52% (en 2002 fue de 56%), la desocupación rondará los dos dígitos (se asume que actualmente ya lo está, en 16%, pero que será cercana al 20-25%). Y en el medio la enfermedad, la postración de la nula planificación (o sino nula tardía), las muertes evitables y la improvisación constante mediada por el miedo y la psicopatía de la mensajería oficial.
  16. En 2021 habrá elecciones. Y asi como en 2019 se produjo una rotación de factores en la administración, las cabezas volverán a rodar.
  17. La postergación de las responsabilidades políticas no solo es una estrategia antidemocrática, sino también un juego perverso de bifurcaciones sin origen. Las crisis no se generan solas ni se generan por culpas de otras crisis que traen otras crisis. Tampoco las generan los acontecimientos excepcionales cuando otras experiencias, frente a los mismos acontecimientos, lograron resolver las cosas correctamente sin tanto dolor y padecimiento.
  18. Recuperemos el valor del costo político. Y démosle una cálida bienvenida al peronismo, un compañerito virginal en el universo de las crisis, como si nunca hubiera tenido nada que ver. Pero el futuro (de la crisis) será vuestro, chiquitines.

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