Las mutaciones (V): El otoño

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Por Erdosain

  1. Cada vez que puedo me gusta pensar en las películas de Abel Ferrara, sobre todo sus policiales,que tienen esos antihéroes que cargan a las historias que cuentan con un halo trágico pero a la vez de fábula. Un caso notable es el de Go-Go Tales, con el proxeneta de buen corazón amado por sus putas renoirianas. El otro es R-Xmas, pensada como cuento de navidad de dos padres de familia di-vi-nos pero a la vez gangsters despreciables. Siempre en Ferrara el mundo es el mundo de la coexistencia solidaria de dos formas de vida. No nos hace elegir, nos hace ver esa duplicidad para expandir la experiencia vital. Por eso sus películas son políticas y liberadoras, porque no te extorsionan.
  2. Bueno, en esa dirección creo que Ferrara explica desde la ficción lo que la teoría política no puede explicar desde el progresismo para justificar a los populismos, fundamentalmente los populismos latinoamericanos, que son la forma más perversa de tergiversación de ese proyecto que alguna vez llamamos socialdemocracia.
  3. Ferrara, con sus fábulas morales, cuenta un mundo en el que Papá Noel y los padres son una misma cosa, donde se debe convivir y coexistir con los beneficios y los males a la vez, porque eso permite evaluarlos conjuntamente en vez de elegir.
  4. El progresismo populista (que alguna vez definimos como PRE) comprende que los beneficios y los males se comparan, que entran en una balanza y que el resultante de esa contraposición nos debe bastar para evaluar contundentemente las políticas de estado.
  5. Esa balanza no solo es un ejericio perverso propio del ideologetismo, sino, fundamentalmente, un acto de deshonestidad intelectual, acaso el anticuerpo contra las extorsiones morales propugnadas desde el progresismo nuestroamericano, que es una poco elaborada forma de fascismo.
  6. El otoño al que se ven expuestos varios representantes de esta corriente (de Lula a Dilma, de Lugo a Correa, de Chavez a Maduro, de Néstor a Cristina, y la lista sigue) no demuestra, como quiere hacer pensar el periodismo populista, un avance de la derecha conservadora (interpretada por nuevos partidos o por viejos partidos rezagados) ni tampoco un rechazo de los votantes a todo lo hecho previamente, sino la aplicación de una paradoja: la paralaje política del progresismo latinoamericano logró convertir a su adversario (el antipueblo representado por el partido o coalicioón no populista) en un interlocutor de la sociedad civil y a si mismo (el populismo) en una parodia de la socieldemocracia.
  7. Si el ascenso de las presuntas (la palabra es precisa porque la paralaje permite reformular y pensar hasta dónde esto es así) derechas republicanas hace presumir la irrupción de un neoconservadurismo de las formas y los contenidos en sociedades que hasta antes de ayer votaban mayoritariamente a candidatos populistas, la pregunta que deberíamos hacernos es otra: qué pasó entre uno y otro momento? Crisis económicas? Crisis políticas?
  8. Ambas cosas derivaron en un pendular hacia el otro extremo (la tesis boronista y tranquilizadora de la sociedad mala/sociedad buena, como las dos tetas de Melanie Klein)? No, simplemente que los populismos no observaron la paralaje que el mismo progresismo populista funda.
  9. La paralaje política (concepto sobre el cual no me extenderé aquí) supone una percepción de cambio en el objeto sometido a nuestra mirada. Pero ese cambio no sucede porque el objeto realmente cambie sino que quien cambia es quien percibe, que opera perceptivamente sobre el objeto observado reposicionándolo en un lugar nuevo.
  10. Bueno, pues bien, el populismo latinoamericano construyó su propia trampa mortal al destruir el sistema de partidos políticos y ensanchar sus espaldas para ocupar todo el espectro de manera omnipesente. Fundamentalmente por un motivo: quien fundara un espacio político que ocupara todo el amplio abanico de posibilidades del mapa político no permitiría jamás la posibilidad de que el mismo sistema regenere nuevos representantes. Ni en el espacio ajeno ni en el propio.
  11. Los populismos no tienen futuro, son un presente obeso, son la manifiesta imposibilidad de futuro (del propio y del de proyecto de país): son, en escencia, movimientos paranoides (refrectarios a la legalidad de la lógica de los partidos políticos), en práctica, autoritarios y en su inorganicidad, presuntamente revolucionarios. Nada más lejano.
  12. La paranoia, el encierro, la deseperación por el otoño del poder constituído sobre el encapsulamiento endogámico de tres consultores de confianza es hegeliano de sobaco, por eso busca que el pueblo (entendido como una entelequia cuya representatividad excluye a quienes no son tropa propia) resuelva una contradicción que no debe ser resuelta, porque es una falsa antiniomia. Nunca quedó tan claro esto como en la brillante novela sobre la revolución como tragedia que es El reino de este mundo (Alejo Carpentier, 1951).
  13. En la antinomia encontramos políticas celebrables, rescatables, pero que no entran en ninguna balanza de resultados: queda lo bueno, debe irse o denunciarse lo malo. Ahí gana el principio del derecho adquirido, que es el encargado de desarmar la bomba de la extorsión moral.
  14. La resolución que va encontrando latinoamérica a los populismos que se desarman es, no paradójicamente, los otrora conservadores, quienes contrapuestos a las prácticas del populismo, exhiben la contradicción y no la resuelven.
  15. En el caos fundante de la tradición liberal está la contradicción flagrante como principio del capital: producción y regeneración de medios encontró en el keynesianismo del new deal la salida adecuada, que era abrazar la antagonía, para sobrevivir, pero no llevarla a su paroxismo de resolución (agonismo, según la impresentable Mouffe), que es lo que hace el populismo. Al abrazar la antagonía no se la consensua, sino que se la hace coexistir solidariamente.
  16. La coexistencia solidaria de contradicciones es la piedra angular de las socialesdemocracias, forma de pensar el estado que latinoamérica casi no conoce excepto contadas excepciones. Esa coexistencia estaba en Alvear, pero también en Frondizi. Pero fundamentalmente estaba en Illia y Alfonsín (pensando el caso argentino, claro). Quien recupere la coexistencia solidaria, que permite el ascenso social y la integración de las clases bajas a las medias, dificilmente pueda ser expulsado de una patada.
  17. Hoy el antiguo conservadurismo latinoamericano se puede permitir correr por izquierda y por derecha a los populismos centralmente porque ha logrado abrazar el credo de la contradicción, ese que en las películas de Ferrara tenía cara de fábula, como en El Rey de NY, donde se podía ser el mayor dealer de merca a la vez que el responsable de asegurar un sistema de salud para los expulsados del sistema.
  18. El populismo se ha encontrado con que el viejo conservadurismo puede ser keynesiano hoy y conservador mañana, un poco neoliberal luego, pero de centro en las decisiones estructurales a la vez que de centroizquierda al mantener lo hecho.
  19. El populismo, expuestas sus miserias tras la fachada de buenas intenciones, se ataca a si mismo al quedar de manifiesto la corrupción galopante, algo que también antes formaba parte de la balanza (“roban pero hacen”), pero que restituidas las contradicciones no. Porque en el fondo nunca fue “roban pero hacen” sino “como hacen entonces ignoremos que roban”.
  20. Hoy el populismo implosiona por su propia incapacidad, por haber hecho volar el sistema de partidos (algo que hubiera fortalecido al populismo desde una base más republicana), por no entender que a mayor el espectro de antinomia propuesto por el populismo menor iba a ser el trabajo del conservadurismo para acceder al poder.
  21. Lo que el populismo nuestroamericano para la liberación de la materia gris no entiende es que la vieja derecha no ha avanzado, se ha adaptado. Es el populismo el que crea sus monstruos y su propia hecatombe. El problema es cuando no tiene la menor conciencia de ello.

 

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